El inversor con experiencia, antes de acometer una inversión, además de cuestiones como la rentabilidad y el riesgo siempre mira dónde está la puerta de salida y cómo de difícil será cruzarla.

Una inversión potencialmente no muy rentable ganará atractivo si, en el caso de que las cosas vayan mal, es fácil salir y recuperar algo de nuestro dinero; o si piensas que hay gente que seguirá viendo interesante aquello cuando yo vea que no lo es. En este caso, estaremos “pasándole el muerto a otro”.

Este “muerto”, algunas veces lo será de verdad: por ejemplo, si detectamos que aquella empresa nunca llegará a ser rentable. Otras veces es más sutil: por ejemplo, el inversor tiene unos criterios estrictos y ha determinado que no entrará en una inversión que no empiece a generar recursos en un plazo de dos años. Al analizar el proyecto, lo ve rentable y, aunque piensa que puede cumplir su criterio de empezar a generar en el periodo indicado, también ve bastantes posibilidades de que los flujos no comiencen hasta los cuatro años, siendo esto muy malo para su configuración financiera. Pese a ello, nuestro inversor decide continuar porque ve una buena puerta de salida: sabe que ese suelo será muy apetecido aunque se retrase algo su desarrollo y que, si se ve forzado a vender, habrá muchas empresas del sector encantadas de “quitarle el muerto” porque sencillamente para ellas no lo será.

Lo opuesto a lo anterior, quedarse atrapado en una inversión, es una posibilidad de la que debemos huir. Díganselo si no a las empresas que tomaron participaciones en la creación de parques temáticos y de ocio en España. En muchos de ellos, tras una fuerte inversión inicial, pasan los años y ésta no se recupera. El parque pierde dinero si consideramos la amortización de la inversión, pero al menos genera ingresos para pagar los gastos operativos y financieros (cash-flow cero). Normalmente, si conseguimos vender nuestro paquete accionarial, será por mucho menos de su valor y habrá que escribir una fuerte pérdida en libros. Por ello, decidimos seguir año tras año: estamos atrapados en la inversión.

Como los negocios en franquicia están al alza, conviene advertir a futuros franquiciados sobre este riesgo. En muchas franquicias, la mayor parte de la inversión no es recuperable. Si me planteara cerrar el negocio, por mucho que en el activo tenga partidas como el canon de enganche, las obras y decoración del local (habitualmente un inmueble arrendado) o la maquinaria y mobiliario, que suelen ser muy específicos, el valor de liquidación de esos activos es nulo o muy bajo. Muchos franquiciados siguen trabajando porque no pueden permitirse perder esa inversión y así, al menos se sacan un sueldo (bajo), pero es que los números no permiten otra cosa… y rezan para que la situación mejore algún día.

Si miramos la situación desde el otro lado, el del franquiciador, las cosas son distintas: la inversión no es suya y el franquiciado se ve forzado a seguir y a pagar los royalties, que es lo que él busca. Algún defensor de la franquicia dirá que su éxito es que a los franquiciados les vaya bien; por eso los seleccionan con rigor y les asesoran en la inversión. Pero también es cierto que las franquicias luchan por expandirse y que sus ejecutivos tienen unos objetivos marcados. Si el franquiciador analiza candidatos a franquiciado ¿primará sobre el ejecutivo obtener sus objetivos, aunque dude de que sean verdaderamente capaces de llevar el negocio adelante? ¿o los rechazará porque piense que quizá tengan que cerrar?

Una idea para finalizar. Ahora que todos los negocios necesitan un periodo de recuperación de la inversión mucho más rápido (cambios tecnológicos, nuevos hábitos de consumo,…), puede ser engañoso que hablemos tanto de cash-flow y de ratios como el EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones). El centro de la inversión debe ser el beneficio…pero mucho mejor a corto plazo que a largo. ¡Del futuro, al fin y al cabo, poco sabemos y mucho menos si lo que hoy produce dinero lo generará mañana!

Manuel González-Toruño
Fortium Family Office